No permitáis, palabras, que me aleje de la tierra, 
del aliento de las vacas, de la sangre de la sepia. 

Si me sedujisteis con vuestro lunar pintado,
inocentes como la florecilla de mi primer sostén. 

No consintáis, palabras, que me olvide de la historia,
del insomnio de la idea, del llavín de la fe. 

Si me dejé manosear por vuestros múltiples dedos,  
si hervisteis mis vendas en vuestra olla express. 

No aceptéis, palabras, que eluda mencionar mi cuerpo 
o sus reglas variables o su sabio declinar. 

Si me acarreasteis a pesar de las encrucijadas, 
escarabajos bajo su tierno pastelito oficial. 

No admitáis, palabras, que me aparte de este oficio
aunque la crudeza me golpee, aunque me devore la bonanza. 

Desde que ovulé por última vez me he convertido en otra. 
No me retengáis, palabras, en ninguna escena de ningún pintor.

Miren Agur Meabe

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